Una estrategia de innovación competitiva debe transformar la cultura organizacional y centrarse en las personas. Es por ello que el modelo de innovación abierta, en su vertiente más social, se postula como uno de los paradigmas de progreso y aporte de valor a la comunidad. La innovación abierta hace referencia al uso de los flujos internos y externos de conocimiento para acelerar la innovación interna y ampliar los mercados para su uso externo. Este tipo de innovación aumenta la posibilidad de ocurrencia de lo que se conoce como inteligencia colectiva o comunitaria. La innovación abierta, en resumen, trata de que sector público e industria privada cooperen.
Hasta hace unos años, la generación, desarrollo y comercialización del conocimiento seguían un proceso lineal: la investigación producía un desarrollo tecnológico tras una determinada inversión y un razonable período de tiempo. Los resultados se valorizaban a través de patentes y licencias, sin contar con otros actores del sistema. Por fortuna, este modelo lineal está evolucionando, con el objetivo de establecer flujos externos e internos de conocimiento para así obtener el mayor potencial innovador posible. De este modo logramos acelerar la innovación, reduciendo los costes y riesgos asociados.