La hepatitis es una inflamación del hígado que puede remitir o evolucionar a una fibrosis (cicatrización) o una cirrosis, incluso un hepatocarcinoma (cáncer de hígado). Existen diferentes causas que pueden producir hepatitis, incluyendo infecciones víricas.
Existen diferentes virus que causan distintos tipos de hepatitis (A, B, C, D y E), una de las más conocidas es la Hepatitis C que se denomina comúnmente con las siglas VHC (no confundir con VIH).
En España se estima que hay unas 700.000 personas con infección por VHC.
¿Cuáles son las vías de transmisión?
La principal vía de transmisión es a través de la sangre. Hoy en día, las principales vías de transmisión por sangre son:
- Personas que comparten jeringuillas (u otros materiales en contacto con la sangre, como los utilizados en tatuajes) y está presente también en accidente laborales (como pinchazos accidentales en el personal sanitario).
- También es posible la transmisión a través de transfusiones de sangre (o hemoderivados), pero en países desarrollados, debido a los rigurosos controles sometidos, la transmisión por transfusiones está prácticamente erradicada. Sin embargo muchas de las personas que padecen actualmente la Hepatitis C fueron infectadas mediante transfusiones en la década de los 90 o anterior.
Otras vías de transmisión minoritarias son la transmisión vertical (madre-hijo), en trasplante de órganos y en menor medida la vía sexual (principalmente cuando hay sangrado).
¿Qué síntomas puedo tener? Evolución del VHC
Durante la fase aguda de la infección (la fase donde una persona se acaba de contagiar) es posible no tener síntomas, o algunos síntomas inespecíficoscomo fiebre cansancio, falta de apetito, náuseas, vómitos, dolor abdominal, etc….
Entre el 15% y el 45% de las personas infectadas conseguirán eliminar el virus sin ningún tipo de tratamiento en los primeros seis meses tras la infección. Además en la mayoría de ocasiones el virus no se detecta hasta la fase crónica de la enfermedad, debido a su sintomatología inespecífica (como los síntomas son inespecíficos, no se suele pedir la prueba para detectar el virus).
La mayoría de personas (55-85%) no consiguen eliminar el virus “por sí mismas”, y pasaran a la fase crónica de la infección. De estas, el 30% desarrollaran una cirrosis a lo largo de 20 años
Durante la infección crónica, a medida que avanza el daño en el hígado aumentan los síntomas como aumento de transaminasas, ictericia (color amarillento), ascitis (aumento de líquido), varices esofágicas (sangrados en el tubo digestivo) llegando incluso al hepatocarcinoma (cáncer de hígado).
El consumo de drogas, alcohol, obesidad, grasa en el hígado son factores que aumentan la progresión de la enfermedad.
¿Existe un tratamiento?
Si, existe un tratamiento, y actualmente consideramos que hay cura.
En la década de los 90, los tratamientos con Interferon por vía subcutánea y Ribavirina tenían una duración de 48 semanas y presentaban tasas de curación 30-50%. Los tratamientos presentaban muchas reacciones adversas, y contraindicaciones, principalmente debidas a interferón.
En el año 2011-2012 se comercializaron los primeros inhibidores de la proteasa (Telaprevir y Boceprevir) que se utilizaban para tratar el genotipo 1 del VHC. Con estos nuevos tratamientos (en combinación con Interferón y Ribavirina) se aumentaron las tasas de curación hasta el 80% y se permitía volver a tratar a pacientes que habían fracasado al tratamiento previo. Estos tratamientos presentaban también muchas reacciones adversas.
A partir del año 2014-2015 surgen los nuevos tratamientos para el VHC, que permiten tratamientos más cortos, con menos reacciones adversas y con tasas de curación superiores al 90%.
Los tratamientos de VHC suponen un elevado coste por paciente, pero tasas de curación muy elevadas, y por tanto son tratamientos eficientes.
Pero… ¿de qué estamos hablado cuando decimos “curación”? Hablamos de que el virus se haya eliminado después de 12 semanas de haber finalizado el tratamiento. A eso le llamamos Respuesta Viral Sostenida (RVS). La eliminación del virus permite “detener” el avance de la fibrosis, y en algunos casos revertirla.
¿Es tan importante el tratamiento? Si, es muy importante que una vez empezado el tratamiento no dejemos de tomarlo y que no olvidemos ninguna dosis. Es lo que llamamos adherencia (para saber más sobre la adherencia pincha aquí). No tomar el tratamiento adecuadamente puede hacer que el tratamiento fracase y no se elimine el virus.
Quiero saber más…
¿La probabilidad de curación es igual en todos los pacientes?
No, depende de varios aspectos. Algunos de los factores que indican peor pronóstico de curación son:
- El grado de fibrosis/cirrosis. Pacientes con mayor fibrosis o que presenten cirrosis tienen una tasa de curación algo menor
- Genotipo del virus. El virus de la hepatitis C presenta varios genotipos, y algunos genotipos tienen una menor tasa de curación que otros. Además existen tratamientos específicos para un genotipo concreto y que no sirve para otro genotipo.
- Respuesta al tratamiento previo. Las personas que fracasaron a tratamientos previos, suelen presentar una peor respuesta.
¿Es posible volver a infectarse una vez curado?
- Si, es posible volver a infectarse una vez curado. El virus de la hepatitis C presenta elevadas mutaciones y eso da lugar a “cuasiespecies”, lo que hace que nuestro cuerpo no sea capaz de defenderse ante nuevas infecciones. La reinfección es común en gente que comparte material parenteral como jeringas